Tuvimos tantos años para hacernos a la idea de que te ibas. . . pues bien, ha llegado tu adiós, esta vez, parece que sí es verdad y me ha pillado el toro, porque todavía no me lo creo.
Sigo confiando en que se trate de un sueño, de un error, una inocentada. Sigo esperando a que a alguien se le ilumine la bombilla y diga NO, ESTO NO SE TIRA.
¿A quién se le pudo ocurrir semejante tropelía?
¿A quién se le pudo ocurrir semejante tropelía?
Todavía no te has ido y ya te echo de menos. . .
Y, ¿si nos atrincheramos allí? quizá así no lo tiren. . .
Y, ¿si nos atrincheramos allí? quizá así no lo tiren. . .
Siento que me arrancan un pedazo de lo que más grande dicen que tengo. . .
Siento que no verte cada día deja de tener sentido, siento que me diste lo mejor de mi vida, pero que aún te quedaba mucho por dar, a mí, a todos.
Desde hace semanas me cuesta ver. leer, escuchar lo que cuentan, mirarte de frente, pensar que pronto dejarás de estar ahí, en mi camino, cada día. ¿Por qué?
¡Hay que ver! Vaya nudo más tonto me haces tener en el estómago. Quizá muchos no lo entiendan; otros, otros locos como yo, sabrán de lo que hablo. ¡HASTA SIEMPRE!
Yo no cambio Wanda por Vicente, ni Metropolitano por Calderón.
Crecí viéndote, disfruté de ti, me distes los mejores años de mi vida. Gracias a ti, conocí a gente maravillosa que sigo conservando. Me hiciste reír, llorar. . . soñar. Allí me enamoré, me desenamoré y me volví a enamorar. No se trata de fútbol, se trata de vida. De la vida de todos y cada uno de los que por allí hemos pasado. Los que nacieron, los que vivieron, los que murieron, los que oirán hablar de ti y no tendrán la suerte que hemos tenido los que te hemos pisado. Los que vieron ganar, empatar o perder. Los que nunca se callaron y, hasta con el corazón compungido, no dejaron de cantar hasta oírte soltar el último aliento. No hablo de jugadores, ellos van y vienen, hablo de todas y cada una de las personas que han pisado tu césped, tus gradas. . .
Yo no cambio Wanda por Vicente, ni Metropolitano por Calderón.
Crecí viéndote, disfruté de ti, me distes los mejores años de mi vida. Gracias a ti, conocí a gente maravillosa que sigo conservando. Me hiciste reír, llorar. . . soñar. Allí me enamoré, me desenamoré y me volví a enamorar. No se trata de fútbol, se trata de vida. De la vida de todos y cada uno de los que por allí hemos pasado. Los que nacieron, los que vivieron, los que murieron, los que oirán hablar de ti y no tendrán la suerte que hemos tenido los que te hemos pisado. Los que vieron ganar, empatar o perder. Los que nunca se callaron y, hasta con el corazón compungido, no dejaron de cantar hasta oírte soltar el último aliento. No hablo de jugadores, ellos van y vienen, hablo de todas y cada una de las personas que han pisado tu césped, tus gradas. . .
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