Si insisto es porque creo que merece la pena, si no, ni me molesto.
Así que, si ves que hago amago de hablarte o te hablo sin amago, es por algo,
no porque me aburra.
no porque me aburra.
Eso sí, puedo insistir una vez, dos veces e, incluso, tres, cuatro y hasta cinco. . .
pero también me canso.
pero también me canso.
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