Para este reto, he decidido hacerme una pulsera, que me pondré inicialmente en la mano izquierda y, que si fallo, iré cambiando de mano empezando de cero con el reto.
Pero esto no es cosa mía, no penséis que me ha dado por hacer esto porque sí. La histora se remonta ya a hace unos años, por allá por 2006 un pastor estadounidense, Will Bowen, quizá cansado de escuchar desgracias y quejas de sus feligreses, les propuso que estuvieran 21 días sin quejarse.
¿21 días por qué? Para los que no podemos estar ni 21 minutos sin quejarnos, 21 días nos parece una barbaridad, y si no, haced la prueba. ¿Cuántos de vosotros podríais estar un día (no os digo más) sin quejaros? Siempre hay algo con lo que no estamos de acuerdo o no nos gusta y nos quejamos, aunque no lo digamos abiertamente, en nuestra cabeza las quejas son constantes. Por eso me resulta interesante embarcarme en esta experiencia, a ver si soy capaz de encontrar lo bueno de todo y, por ende, no quejarme. Pero bueno, que me voy por los cerros de Úbeda (algún día os contaré el origen de esta expresión), estaba contando el porqué de los 21 días. Pues veréis, es un número asociado a la psicología, 21 días son los necesarios para generar un hábito y perder otro.
¿Esos 21 días sin quejarnos nos hará ser más felices, más positivos? ¿O nos sacará más de quicio? Pues no sé, no creo que por no quejarnos seamos más felices. Pero bueno, es una experiencia nueva que, para mí que me cuesta mucho acabar las cosas, puede ser gratificante y beneficiosa
¿Cuántos de vosotros os animáis a aceptar el reto? Yo empiezo hoy y espero durar bastante, así que. . .
3, 2, 1 ... ¡AL LÍO!